Amanezco en Hawai’i, un día delicioso, el clima perfecto, la vista majestuosa, una super compañía, todo pinta para tener unas vacaciones inolvidables. Mi primera vez aquí. Se siente como un sueño. Me asomo a la ventana, y puedo ver montañas gigantes verdes llenas de cascadas, nubes, aves, vida por todos lados.
Decidimos ir a hacer un hike por la costa de Na Pali, en un parque nacional en Kauai, que promete ser de las cosas mas hermosas que jamás haya visto. Me pongo mi ropa especial de senderismo y cargo mi backpack con lo esencial, según yo, para tener una caminata muy a gusto. Son 4 millas hasta llegar a una cascada formada en su totalidad por agua de lluvia (aquí llueve todos los días sin excepción), y las mismas 4 millas de regreso, o sea, un total de 8 millas de hike, qué tranquilidad y qué fácil, pensé.
Comenzamos a caminar subiendo la montaña, seguimos subiendo por un buen rato, el terreno cada vez mas complicado, muchísimo lodo, piedras, cruces a través del río, sol, lluvia, playa, mas rocas, vegetación intensa, moscos y seguir subiendo. La verdad un hike complicado pero nada fuera de lo normal. Lo complicado empezó cuando el terreno se hacía mas pesado, la subida no terminaba y yo no sacaba nada de mi mochila mas que mi agua. Una mochila llena de cosas que podría necesitar en caso de no se que, pero que nunca usé. Obviamente lo que mas me dolía y de lo estaba mas cansado era de cargar todo ese peso inútil, mis rodillas me lo recordaban a cada paso.
Si has leído ya este blog, sabrás que soy un intenso de reflexionar acerca de cualquier cosa y llevar toda reflexión a mi vida, y claro, esta no fue la excepción. Pensaba constantemente que había tomado una pésima decisión en cargar tremendo backpack cuando no era una caminata de días, ni siquiera “peligrosa”, pero si de un buen nivel de dificultad en cuanto a condición física.
Al principio pensaba, que bueno que me traje esta mochila porque me sirve de ejercicio de fuerza y resistencia, pero cuando se convirtió en un lastre, no pude evitar pensar en todas las cosas que cargo en mi vida y que no son necesarias. Me refiero a emociones atoradas, responsabilidades que no me corresponden, enojos, culpas, frustraciones e ideas de situaciones que quiero que sean de cierta manera, entre muchas otras cosas, y me di cuenta de que todo ese peso que cargamos es nuestra propia decisión y necedad. Qué ganas de cargar cosas que no nos sirven para nada. Ese peso termina por generarte ansiedad, frustración, cansancio y ganas de tirar la toalla.
Pasé primero, por cansancio, después enojo, luego comencé a culparme por mi mala decisión, hasta que inevitablemente llegué a esta reflexión. Después me agradecí (porque soy un clavado), por haberme puesto en esa situación tan literal de la vida y entendí la importancia de soltar y de no tomar respnsabilidades que no me corresponden, pero lo mas importante, y lo repito, es SOLTAR. Si no sueltas esa culpa, ese enojo, ese reproche, esa idea de que algo debería ser de cierta manera, todo eso se va convirtiendo en un lastre mas dentro de tu mochila de vida y el viaje se hace cada vez mas pesado, hasta que literalmente no puedes avanzar. Ese peso se convierte en enfermedad.
Quiero ser mas consciente de esto, mas inteligente a la hora de decidir qué cargar y qué no, e ir por la vida caminando con el menor peso posible, mas bien, con la mayor ligereza, para disfrutar del camino y llenar mi mochila de amor, buena vibra, lecciones aprendidas, ilusiones, experiencia y alimento para el alma.
Muy buena reflexión 💫