Hola a todos, un buen rato sin pasar a saludar y compartir reflexiones. Sean bienvenidas todas las personas que se han sumado a este blog y que no saben bien por dónde va la cosa en éste perfil. Me llamo Vince Miranda, soy un ser humano en aprendizaje constante y me gusta mucho el mundo del entretenimiento, de hecho, casi todo lo que hago de manera profesional está ligado a esa industria.
Actualmente mi obra musical “Siete veces adiós” sigue en cartelera, ya cumplimos tres años, mi podcast “Segundo Acto” ya llegó a su primer aniversario, estoy actuando en otro musical de Broadway llamado “Waitress” y en una semana lanzo “Tu nombre”, el primer sencillo de mi nuevo álbum. Ahí el resumen profesional simplificado de confianza, ¡ja! de éstos últimos meses.
En cuanto a lo no profesional, pero que debería ser mas profesional que lo profesional, están las lecciones, reflexiones y situaciones personales que he atravesado, al igual que tu y tu, en este periodo de tiempo, intentando ser mejor persona y conocerme mejor.
Hoy sábado, en lugar de estar en el teatro a punto de dar función, como debería, estoy en casa descansando y escribiendo esto debido a un ligero pero sustancial problema con mis cuerdas vocales. Si, debería estar trabajando, pero el cuerpo dijo: no.
Es una sensación completamente frustrante porque no me siento mal, no me duele nada, pero la voz no está disponible y es fundamental para poder actuar y cantar, realmente quisiera cumplir mi compromiso de estar en el trabajo, pero no puedo.
Cuando empecé a sentir que algo no estaba bien con mis cuerdas todo pasó por mi mente, sobretodo escenarios fatalistas, pero acompañado de eso vino una sensación de enojo, de frustración, de querer mandar todo muy lejos y presentarme a trabajar, porque el trabajo es primero, ¿no? Me sentí totalmente vencido y bajoneado cuando me di cuenta que realmente no podría hacerlo y tendría que volver a casa y quedarme callado y descansar, lo cual me llevó a la reflexión. Pasé de enojarme con mi cuerpo, de decirme algunas palabras feas y culparme por lo que me estaba pasando, a darme cuenta una vez más de que muchas veces caigo en la trampa de tratarme como nunca trataría a nadie y de decirme cosas que jamás le diría otra persona, entonces ¿por qué a mi si?
Creo que hemos aprendido desde chicos a que uno debe cumplir sus compromisos, y es verdad, por algo son compromisos que uno escoge, y que el trabajo debe cumplirse ante cualquier cosa, pero de esto no estoy tan seguro. Si bien es cierto que el trabajo es una manera de generar ingreso para poder vivir en ésta vida capitalista, y los compromisos son parte de nuestra palabra, cuando cualquiera de los dos se ve frenado por un tema de salud, lo único que deberíamos hacer es parar, apapacharnos, sanar y entonces continuar. No entiendo porqué es tan difícil conectar con esa energía de compasión propia y de amor propio por encima del trabajo o los compromisos. Si no hay salud, no hay trabajo ni forma de cumplir con ellos.
No es la primera vez que esto me pasa o que reflexiono al respecto, pero me hace ver que, si alguna vez pensé que ya había trascendido este tipo de situaciones y que sé recibir las señales de mi cuerpo, aceptarlas y hacerle caso desde el amor propio, hoy puedo ver que no es del todo cierto, aquí estoy una vez más sintiendo enojo y frustración. El trabajo personal se hace todos los días, nunca acaba.
Así es que si piensas que el compromiso con el trabajo es primero, te darás cuenta de que, puede ser, pero hasta que el cuerpo te diga lo contrario. Mejor hagámosle caso a nuestro cuerpo y estemos en armonía con lo que sea necesario hacer para recuperar el equilibrio en la salud, con buen humor, actitud y tratándonos como si fuéramos nuestro mejor amigo, quizá nos demos cuenta de que realmente si lo somos.
Linda semana para todos.
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