Cuando tenía 22 años y terminé mis estudios universitarios (Lic. en Mercadotecnia y un año de Ingeniería Mecánica), me llegó una propuesta de trabajo en Stuttgart, Alemania en una compañía multinacional de tecnología, era un trabajo para iniciar como becario, pero mi perfil era perfecto para desarrollar toda una carrera dentro de la empresa. La verdad, me tardé como treinta minutos en tomar la decisión de no aceptar la oferta, fueron treinta minutos de fantasear con la vida que podría tener en Europa y a esa edad. Al final, no fue difícil decir no a la oportunidad, toda mi vida supe que quería dedicar mi vida a las artes escénicas y, por fin había llegado el momento de dejar la vida de estudiante para dedicar el cien por ciento de mi tiempo a construir mi sueño.
En ese momento, nunca pensé que estaba renunciando a tener prestaciones de ley, a tener un sueldo fijo y constante, a mi plan de ahorro para el retiro, seguro y demás. Nada me importaba más que seguir mi camino profesional, cantar, bailar, actuar, hacer show, jugar a ser tantos personajes como pudiera y vivir la vida bohemia, intensa y divertida del artista freelance.
Dieciocho años después, llegando a mis cuarenta, empezaron todo tipo de cuestionamientos acerca de mi elección de camino de vida. Ser freelance y construir tus sueños requiere de mucha valentía. Veía a mis amigos, los que soñaron con una vida del mundo corporativo, comprando sus casas, con trabajo constante, familia, carro de la empresa, vales, seguro, dinero invertido para su retiro, y el miedo de tener que hacerme cargo de todo eso yo sólo, con mi trabajo y mi esfuerzo, llegó.
Obviamente no era la primera vez que el miedo a no tener trabajo aparecía en mi vida, muchas veces a lo largo de mi carrera, he tenido momentos donde, simplemente no hay proyectos, o los que hay pagan poco y las tarjetas de crédito se empezaban a llenar. Siempre fui muy organizado con el dinero, por lo que nunca pasé por momentos de hambre o de no tener cómo generar para pagar la renta, y pude acabar con la deuda que tenía, pero no me responsabilicé por armar un plan para mi vejez, o generar un portafolio de inversiones para lograr acercarme hacia mi libertad financiera, hasta hace apenas un par de años.
Si, ser freelance requiere de sacrificio, de no tener continuidad de trabajo e ingreso, de no tener acceso a prestaciones y muchas otras cosas, pero ser dueño de tu tiempo, no tiene precio. Poder decidir qué hacer cada minuto de tu día, no tener que levantarte a trabajar todos los días de la semana, poder tomar vacaciones y viajar cuando todo el mundo trabaja y poder dedicar mi vida a lo que siempre soñé, es más valioso, para mi, que cualquier prestación.
Claro, he tenido que hacerme cargo de mi mismo y de mi futuro con mucho trabajo duro y con mucha organización que me ha costado sudor y sangre aprender. Al no haber trabajado nunca para una empresa, no tengo una estructura corporativa para lograr objetivos o fijar metas, o para definir un presupuesto mensual de una manera muy estratégica y utilizando frame works eficientes, sin embargo, he tenido el tiempo para tomar cursos, preguntar a mis amigos y mentores y aprender de ellos para poder poner orden en mi vida.
Esta semana regresó este cuestionamiento de haber escogido ser freelance, pero desde otro lugar. Estuve en un proceso de audiciones para un nuevo proyecto. Para los que se pregunten cómo es eso, básicamente son las entrevistas de trabajo para nosotros los artistas, sobretodo actores, cantantes y bailarines, en dónde tenemos que hacer un performance para mostrar nuestras capacidades y rango en cada una de las disciplinas que se requieran, para después ser o no elegidos por un equipo creativo y ganar el papel y el trabajo. El cuestionamiento surgió mientras esperaba en la antesala a mi segunda audición, pensé: “aunque los nervios nunca se van cada vez que tengo que audicionar, no cambiaría por nada del mundo que mi entrevista de trabajo sea actuar una escena y cantar una canción, es lo que más me gusta hacer y la vida me da la oportunidad de vivir de eso”. Definitivamente me siento afortunado por intercambiar mi arte, ya sea, crear un personaje, vestirme de pirata o de CEO de una empresa y contar una historia, o cantar una canción y poder hacer sentir algo al público expuesto, a cambio de un pago monetario que me permite vivir justo como quiero.
Ser freelance tiene sus pros y sus contras y definitivamente no es para todo el mundo, pero si lo que estás buscando es tener libertad de movimiento, ser dueño de tu tiempo y vivir bajo tus reglas, actúa a pesar del miedo, cambia tu vida y constrúyela justo como has querido, no hay tiempo que perder.
No es una decisión fácil, pero ninguna decisión importante lo es. Para mi, a veces se pone muy complicado y el miedo regresa una y otra vez, pero al final, son unas por otras.
felicidades, conozco la vida free lance que aunque incierta en momentos requiere de mucha confianza en ti mismo, y lo sé!!!!!